JORGE (EL NEGRO) SALAZAR


Charlas con Soledad


Leña y fuegoTienes razón hija mía: a los viejos se nos va la memoria, pero no es una regla general, ya que a muchos de nosotros nos gusta recordar, recordar cosas que aprendimos en la juventud, normalmente necedades, quizás porque tememos hacer un examen de conciencia a conciencia. De repente descubrimos que hemos vivido sin fe, sin esperanza, sin caridad. Sin fe en la vida quiero decir, sin esperanza en la muerte y sin caridad para con nosotros mismos…Cuando te leo, Soledad mía, me es muy fácil darme cuenta que estás preocupada por la vejez y el aburrimiento de tu padre… Contra lo que supones, no me aburro, no tengo más que asomarme a la ventana y desde allí puedo ver, con tristeza pero no con aburrimiento, que las pasiones están desatadas, que todo está blindado: los automóviles, las casas, el guardia de la esquina, el portero del edificio, blindados, no con noble acero sino con rencor. Por aquí no te voy a mentir a estas alturas, todo es leña y fuego…No, yo sé bien que no estoy para darte consejos. Me encanta si, y lo sabes, hablar en voz alta contigo, contarte algunas cosas aprovechando que estás lejos y no hay espacio, por lo tanto, para el rubor. Por hoy no te voy a pedir demasiado, solamente que cojas el teléfono y que llames a cualquier amigo y lo invites a bailar… No es consejo, sólo un deseo de tu padre que desearía que su hija no creyese en la historia, esa inmensa mentira, sino en el amor. En el que das y en el que recibes. ¿Me entiendes corazón?La verdad es que no solamente pensaba en ti, Soledad. Se me vino a la cabeza la imagen de un par de colegas jóvenes que también escriben en el diario. Ellos me hablaron mucho y bien, de política y de historia, parecían muy duchos. ¿Y sabes? Les escuché con atención y no les respondí una palabra; pero al llegar a la casa tuve ganas de volver al diario y contarles, porque también puede ser un cuento, que tu viejo, ayer nomás, descubrió que la vida es como una especie de túnel por el que nos movemos sembrando o cosechando amor. Nada más. El resto… el trabajo, el estudio… es dar o recibir palos de ciego. Llama a tu amigo, Soledad, que el amor que no entregues o acojas esta noche, no lo recobrarás jamás. Te quiero.

Jorge Salazar, editorial pilpinta, Lima, 2008






Los papeles de Damasco


El origen de este libro creo que se remonta a mi infancia. Desde muy temprano nos piden ser racionales, que usemos el cerebro, pero a la vez a uno le inoculan estos hábitos religiosos que contradicen ese pedido. Por otro lado, la Semana Santa de mi infancia era muy diferente: para un niño, estaba llena de terror. Era obligatorio ver la vida, pasión y muerte de Cristo en matiné, vermú y noche; no se podía oír música ni hablar alto, y decir una lisura era condenarse. Pero conmigo pasaba algo.", explica Jorge Salazar.
¿Algo como qué?Yo leía mucho las aventuras de Sandokán, del Corsario Negro, de Robin Hood; todos bandidos, pero siempre en busca de la justicia. Entonces, cuando veía la crucifixión de Cristo, siempre me preguntaba -también iba mucho al cine- a qué hora llegaba el sétimo batallón de caballería a salvarlo. Y probablemente en mi mente fabulé que había que salvar a este hombre tan bueno al que hacían sufrir tanto. Entonces, vivía con angustias porque, cada vez que hacía preguntas acerca de lo que me parecía contradictorio, las respuestas eran una especie de 'calla mierda'.En su libro relata que el trabajo empezó en el Medio Oriente.En mi primera juventud, me fui a la Madrid franquista, donde trabajé en el diario Informaciones y tuve la suerte de que me mandaran, durante la Guerra de los Seis Días, a Damasco.
x¿Es cierto que se encontró esos rollos antiguos en un taxi de Damasco?Claro que sí. Estaban escritos en varias lenguas antiguas, por lo que pensé que era el olvido de un paleógrafo, y me llevaron a retomar aquellas angustias de niño. Una serie de amigos en Europa me ayudaron a traducir esos rollos, que me hicieron entrar en contacto con historiadores y hacer una serie de investigaciones.
x¿Y conserva esos rollos?No. Se los regalé a mi primera esposa, una alemana que me ayudó muchísimo -a ella está dedicado el libro- y que, como buena alemana, los donó a una biblioteca.x
¿De qué hablaban esos rollos?De una secta cristiana que no conocemos y del florecimiento de una serie de comunidades cristianas en Damasco. Hablaban de Jesús, pero como un mago, y de Claudia Prócula (la esposa de Poncio Pilatos), que es una santa. Sin embargo, no me interesa hablar sobre teología o discutir. Lo que me interesa es que el libro entretenga.x
Ha reunido información histórica.Es totalmente correcta. Eso es lo que me ha tomado años.En su libro, el padre de Jesús era un soldado griego.Eso lo sostiene un historiador como Robert Graves. Hay muchas investigaciones realizadas en torno a este tema, solo que se mantienen en cierta clandestinidad. Nosotros somos tan cristianos como cualquier inglés. No creo que las angustias sean exclusivas de un chico de Santa Beatriz, pero por respeto a la religión de mis padres y de mi pueblo, no me interesa discutir eso.
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El Código Da Vinci ha puesto en agenda temas similares.Pero lo mío no es eso. Y espero que los lectores vean que lo mío es una reflexión muy seria que empezó en la infancia y que me ha tomado muchísimos años y mucho dinero. Pero yo soy feliz con esto.

por José Gabriel Chueca.
Diario Perú 21. Martes 16 de mayo del 2006.