EL GENERAL VICTORIOSO

EL GENERAL VICTORIOSO
Ya había caído la garúa en las plazas limeñas, el olor del té que se estaba por servir Natasha, invadía los recintos lujosos de la inmensa casa, ya los niños habían dejado de jugar y molestar al mayordomo, soltaron al perro en el jardín y caminaron sin pensamientos dentro de casa, se veían grises, apagados, como luces ondulantes, la sirvienta traía las bandejas y las colocaba sobre la mesa, cuando cojeando salió presuroso a su moderno automóvil.- ¡señorcito, señorcito, tiene una llamada! – interrumpió el empleado con cierto temor.- “Indios de mierda siempre hablando en diminutivos” – pensó inmediatamente el Gral. Junk.Se volvió y entró raudamente a casa dejando su portafolios en el auto, junto a las recientes facturas de restaurantes lujosos y tarjetas personales de gente que jamás llamaría.- ¡Aló! – dijo con su ronca voz de autosuficiencia- ¡Buenas tardes general, lo llamaba para decirle que el señor presidente y sus generales quieren reunirse con usted! – le dijo la voz al otro lado del teléfono.- ¡Dile que iré lo mas pronto posible! – contesto en seco y con su acostumbrada grotesca manera de referirse a los demás.- ¡Mi General, yo le informo al señor presidente!, él me dijo que se trataba sobre los asesinatos que se están suscitando en estos momentos en la sierra – termino de decir aquella voz melosa.- ¡Que ya voy te digo! – gritó el Gral. Junk y colgó el teléfono sin despedirse.
Mientras tomaba algunos documentos se decidió por llevar el abrigo gris y el sombrero negro que tanta distinción le daba, aquellos que compro en unos de sus tantos viajes por Europa, se vería tan glamoroso y esa posición suya ante algo que quizás ignoraba, tan carente de coherencia, pero firme al fin y al cabo le daba una imagen de seguridad extrema.
- Ahora tendré que arruinar mi traje y mi sombrero por la lluvia que se avecina, ¡carajo! ¡Estos indios hasta para matarse entre ellos joden! – se dijo para sus adentros.
Mientras era conducido hacia palacio pensaba en lo maravilloso que se le vería con el sombrero negro, tan elegante que hacia juego con ese par de hermosísimos zapatos, sobretodo cuando el presidente mencione su apellido “Junk” se le vería fascinante caminando con la frente en alto sin mirar a nadie por el salón dorado de palacio de gobierno delante de todas las personalidades de su entorno político-social-militar, luego habría tiempo de pensar en las cosas que podría sugerir al presidente, como el toque de queda, pero eso solo en los lugares marginales ya que él estaba acostumbrado a deleitarse con cenas espectaculares hasta altas horas de la noche, haciendo referencias a temas que nunca le llamaron la atención ni a él ni a los que aburrida e hipócritamente le aplaudían y agradecían por las exquisitas cenas que solía dar.
¡Basta de tanta injusticia! ¡Abajo los corruptos! ¡El pueblo unido, jamás será vencido! – eran solo algunos gritos y arengas que se lograban escuchar.Hace mucho ya que los movimientos o partidos comunistas mal llamados en algunos casos como terroristas habían adoptado una actitud agresiva con la ciudadanía en general, eligieron el camino de la represión comunitaria, eligieron el camino de la ignorancia, dejando atrás su afán y convicciones partidarias.- ¡Camaradas! Grito muy en alto el coronel Mayta – la lucha será desigual, pues estamos ya ante una entera desventaja- Propongo una retirada, hacia la selva y ahí emprender una estrategia feroz – interrumpió la camarada Jenny, una líder en cuanto a comandos de aniquilamiento.- ¡Eso nunca! – dijo a viva voz el coronel Mayta y de un salto se había puesto de pie – jamás el partido se replegara y menos cuando el país esta envuelto en el caos político, sumado a los sucesos ocurridos en la universidad de la Cantuta, debemos hacer frente, el pueblo ahora esta confundido sobre quien es el agresor, ya la estrategia de gobierno de amedrentamiento y confusión al pueblo no le esta resultando – termino de decir con cierto idealismo y total certidumbre en lo que decía y se volvió a sentar.
Cuando la noche caía sobre la sierra peruana Apolinario, el menor de los hijos de la familia Mayta, salía a observar ese cielo serrano rojo como la sangre de sus antepasados indígenas, inmenso como el alma del mismo Inca, y el viento suave y lleno de mimos y caricias como las que le daba su difunta madre en los años de infancia, se subía a un árbol y se sentaba sobre una rama a mirar las estrellas, tanta magia, tanta verdad, tanta belleza, allí era donde el sol se rendía por las tardes y se derrumbaba en el horizonte, donde las estrellas brincaban en un marco negro y cautivante.Aun recuerda aquel día terrible cuando los comandos de agrupación comunal senderista llegaron a orillas del pueblo y fueron registrando casa por casa a las personas, se llevaron muchos niños y mujeres, los atormentaron con pensamientos que ellos jamás habían divisado, los sometieron a cuestionamientos que nunca antes ocuparon tiempo en ellos cuando felices cosechaban la chacra u ordeñaban las vacas para el desayuno, los cambiaron, se volvieron amargos y protestantes, pero aun así en esa condición anarquista, solo deseaban resolver sus puntos en cuestión, mas no deseaban el poder. La madre de apolinario Mayta era una de las principales directivas, era una mujer bella, con sus trenzas ordenadas y su pollera de arco iris, era fuerte y decidida.Mientras todos bajo el mando de Aurora cantaban canciones tristes, seguramente recuerdos de algún amor frustrado, Apolinario observaba con gestos de amor a una dulce muchacha de cachetes sonrojados y de trenzas sedosas, se enamoro allí en los andes peruanos, no podía ser de otra manera, la amó en silencio e hizo al viento su confidente, le susurraba por las noches en completa soledad que la amaba y el viento siempre en silencio le devolvía los susurros esperados al oído, lo acariciaba tiernamente desde la ilusión hasta el olvido, quizás eso era lo que le gustaba de aquel cómplice.Se amaron como el sol a la luna, como las gaviotas al mar, inventaron para si un mundo de ensueños, el verde de los campos, la fragancia del amor, el viento suave y cálido, los besos apasionados, las aves bulliciosas, sus pechos inquietantes, el día y la noche, ella y él.Si hay luz hay sombra, era irremediable, todo tiene una culminación, llegaron personas ajenas al pueblo con ideas extrañas llenas de oratoria política, Apolinario y Aurora no entendían nada al igual que los demás, ¿sistema político económico? Se preguntaban, ¿Burguesía?¿Plebe? “se escucha como a comida” -se decían - ¿Alta sociedad?¿Subcultura?¿Represión anarquista?¿Igualdad de clases sociales?¿Leyes del estado?¿Constitución?¿Democracia?¿Comunismo? ¿De qué demonios hablan? decían casi desesperados, era como si hablaran otro idioma, como si viniesen de otros mundos, se reían al verlos tan seguros de si mismos cuando decían “ abajo el sistema de gobierno social , político y económico opresor de las clases sociales bajas y defensor del neoliberalismo y fiel perro defensor del deseo expansionista americano”. Se marcharon como vinieron, tiempo después vino el glorioso ejercito del Perú alertados por aquella primera incursión terrorista, acusaron a medio pueblo de subversión cuando a la subversión se le llamaba por su nombre. Se defendieron como podían, Los soldados del glorioso ejercito del Perú violaban mujeres y niños, luego los mataban, aurora se opuso a tal agravio, la mataron sin miramientos la colgaron con los demás muertos a orillas del pueblo con banderas senderistas y emblemas de revolución acusándolos de insurgentes, a un lado Apolinario tendido en el suelo brutalmente golpeado, ensangrentado hasta el desfiguramiento observaba sin fuerzas los cuerpos de los que antes fueron personas, ahora eran cualquier cosa. Aquel día murió un amor y nació un concepto, nació el coronel Mayta de la sangre de Apolinario, ya el destino lo había señalado, recorrería los pueblos con su grito de justicia.Por las mañanas agrupaba a sus seguidores y con paso marcial los hacia marchar una y otra vez, entonaban himnos tristes y llenos de rencor, se encomendaron a las rutas luminosas de su sendero y se hicieron de más seguidores igual de pobres que ellos, igual de adoloridos, igual de marcados por el sol de los campos que ellos, se armaron de fúsiles y de valor y lucharon como fieras, se entregaron a las fauces inmensas y devoradoras de la democracia, perecieron como hombres, ya no como sucios campesinos, muchas veces los mismos soldados del glorioso ejercito del Perú sintieron orgullo y emoción de haber sobrevivido a todo aquello, cada vez que veían a un subversivo caer veían quizás el retrato de su padre, las mismas formas, las mismas mejillas bronceadas, la misma mirada vacía y oscura, las mismas expresiones de dolor de años de represión marcados en la frente y en una sonrisa que nunca existió, el mismo color, el mismo llanto, era como dispararse asimismo frente a un espejo.
La caravana ordenada y lenta se acercaba echando ruidos de sus bocinas, en el interior de uno de los vehículos empeñado en quitarse el sudor de su impecable uniforme, y tapándose los orificios nasales por el polvo que se levantaba aunque llevaba los vidrios de la ventana arriba, se encontraba bien peinado el Gral. Junk, lo hacía solo para dar esa imagen glamorosa que siempre lo acompañó, llegado a sus destino y solo para que la prensa le tome las fotos desde un ángulo de tres cuartos y con su infalible sonrisa, invadió el lugar con olor a algún perfume francés.
Volvió la calma y la paz, nuevamente el juego americano de la democracia se impuso, las votaciones presidenciales, elección de congresistas, nuevamente los políticos ladrones humillando al pueblo con su escasez de conocimiento y sus dotes de embaucadores, las clases sociales bajas nuevamente golpeadas por el estado, los trabajadores una vez mas sancionados sin reflexión alguna.
En los andes peruanos mucho tiempo después de los lamentables acontecimientos y ante la flagrante crisis de moral que devoró nuevamente los ministerios se escucharon gritos del pueblo que retumbaban como sonidos de balas y sonidos de balas que estremecían como gritos del pueblo...