¡De murciélagos y otras bestias!

Hoy se metió un murciélago a mi casa
No hay nada ,más difícil que echar a un murciélago de la casa.
el muy desgraciado volaba muy rápido.
Me dejó en ridículo con mi escoba.
Era negro.
No gris ni marrón, NEGRO.
Estaba colgado en el techo de la sala... luego voló hacia el baño...
luego a la cocina... al tragaluz... y se largó...
Yo caminé con aires de misterio y terror mirando el techo escoba en mano...
y ya no estaba.
se había ido... qué alegría sentí al no ver más a ése animal del infierno...
Hijo del mismísimo Satanás...
Mienras caminaba con cierta tranquilidad... sentí un rubor misterioso...
Es verdad lo que escribo esta noche de luna...
sentí un rubor misterioso y un aire que me llegaba en la nuca...
me agaché con un gesto involuntario y robótico.
Dios mío!!!
El murciélago negro y gruñón había penetrado nuevamente en mi cubil...
¿Dije Dios mío? creo que me volveré confeso.
Otra vez había violado la intimidad de mi hogar y en el aire se divisaba el sentimiento más tétrico...
Sus ojos como llamas se encendían y apagaban como pucho de cigarro...
me miraba en efecto.
Nos miramos un buen rato y por mis venas corría la más tenebrosa experiencia...
me miraba e intentaba lanzarse contra mí...
Ya el olor del té que suelo beber por las mañanas penetraba en todo el lugar y las margaritas preñadas habían reventado multicolores... y el colibrí de las últimas semanas se suspendía en el aire por sobre las flores caprichosas...
Ya la garúa había cesado...
Oí o por lo menos lo creí... el triste maullar de algún gato vecino...
Almas malditas!! pensé
Almas del más allá, asquerosas y repugnantes, MALIGNAS!
Grité.
Las cortinas bailaban un triste vals al compás del viento melancólico de aquella maldita mañana y en el fondo de la sala estaba colgado el murciélago negro como mis noches de invierno.
como la muerte misma.
Negro, y yo dibujaba una sonrisa nerviosa...
Me aferré a los viejos hábitos...
orar en silencio. Pedir mudamente favores...
iba a cerrar los ojos para decidir lanzarme contra aquél bestial animal.
El negro murciélago ya se había echado contra mí con toda su extensión oscura como una telaraña.
Y cuán desventurado me sentí... por mi mente pasaron los más tristes recuerdos al lado de Marieu...
Era Marieu y yo caminando por el parque de la mano...
era ella y yo tan sólo me convertía en parte de su hermosa anatomía.
Recordé aquellas tardes de verano mirando el ocaso... viendo el horizonte lejano..
sí, allá donde anidan las gaviotas...
allá donde caen enamoradas las estrellas...
allá donde conocí su amor.
Marieu... pensé y su recuerdo felino me embargó.
Ella fue el madero que me fue lanzado en la mar.
¡Ah...! qué hermosas tardes aquellas y yo desafiado por un diabólico murciélago.
Sus ojos me consumían en su abatido vuelo... el viento detenido en aquella habitación se destruyó por el batir de sus largas y fibrosas alas...
mariposa cruel...!
Caí rendido... ¡Haz de mí lo que quieras cruel murciélago, Marieu no está y ya que importa mi sangre sin el latir de mi corazón!
Mátame negro animal, criatura de la noche...
suspiré...
el murciélago quedó detenido en el tiempo...
sintió mi derrota, mi vergüenza... toda mi infinita poquedad...
mi más absoluta miseria...
Sabía al igual que yo.. que sin Marieu yo tan sólo soy un espectro.
Una triste y vagabunda alma pervertida.
Me miró y creí verle verter una lágrima sobre mí...
y desde esta mañana llevo un lunar en mi brazo... que fue en donde precisamente cayó la gota salada.