O mais grande do mundo...!!! (Ayrton Senna)

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Dicen que los hérores y las grandes hazañas son sólo de los cómics, de los dibujos animados de la TV, o del cine, que crean superhombres de carne y hueso ficticios. Cuán equivocadas están estas afirmaciones, porque siempre habrán momentos parafraseando a Hörderlin, que los dioses se compadecen de estos seres inferiores que somos los humanos y nos envían a uno de sus hijos predilectos para alegrarnos la vida. Por eso muchas veces cuando ese entelequia está entre nosotros lo ignoramos o también muchas veces lo convertimos en ícono.

Y un caso curioso, en muchos de estos ídolos, grandes músicos, poetas, políticos, pintores o deportistas, su imagen se ve realzada y hasta mitificada con su prematura desaparición, cuando la muerte, ese señero y miserable demonio nos lo arrebata. Por eso nosotros los simples mortales los convertimos en seres de adoración y culto. Estos semi dioses son los que marcan el ritmo de la historia, unas veces nos alegran, otras nos entristecen con su arte, con su música, con sus escritos, con sus discursos, con sus proezas deportivas.

Uno de estos últimos súper héroes, no del mundo cómic ni del cine, un súper héroe de carne y hueso, alguien que respiró este mismo oxígeno contaminado, que soportó la estupidez humana; un ser que fue mandado a alegrarnos nuestros días fue el gran Ayrton Senna, un enviado que bajó para perdurar, para grabarlo en la memoria por la retina de nuestros ojos, circuito tras circuito. Él fue el campeón de la Fórmula Uno, él fue y será por y para siempre el número uno.





















Cómo poder cambiar esa maldita mañana donde chocaste, todavía recuerdo las imágenes y la voz de Kike Pérez "Chocó Senna... es el auto de Senna" y después la noticia cayó como flecha certera y envenenada al centro del corazón: "Murió Senna... murió Ayrton Senna..." repetía el locutor, entonces un tropel de imágenes desfilaron por mi mente, mientras la tristeza me alcanzaba al más hondo vacío: Senna sonriendo en el podio bañándose de Champagne, Senna en su auto levantando la bandera de Brasil, Senna Campeón... pero la vida es tan ajena de nosotros a pesar de vivirla a diario, se asemeja muchas veces a la sonrisa de una mujer: es irónica, contradictoria, traicionera, falsa.

Ayrton Senna Da Silva nació el 21 de marzo de 1960. Debutó en el Grand Prix de Brasil, corrido en Jacarepaguá (Río) a la edad de 24 años, una mañana del 25 de marzo de 1984 conduciendo un Toleman/Hart; carrera que no concluyó ya que abandonó en la quinta vuelta. Pero la historia dice que esa derrota marcaba el inicio de 10 años de triunfos casi imposibles de creer. Ese mismo año corriendo su quinto GP, en Mónaco casi ganaba bajo la lluvia torrencial, Jackie Ickx fungía como director de la prueba y al estallar la tormenta paró la prueba cuando Ayrton con su modesto Toleman había superado a Prost. Sin embargo la clasificación de la carrera se tomó con la vuelta anterior y Prost era el ganador con 7" sobre Senna. En ese mismo GP de Mónaco hizo su primera vuelta más rápida en carrera y tras ese resultado ya nadie dudaba de su talento. Aquél año llevó el número 19 e hizo un total de 13 puntos, quedando noveno; el puntaje y el puesto más bajo de toda su carrera aumovilística.

Su performance, temple, valentía y sobre todo la manera tan salvajemente genial de conducir le permitió que la escudería de Lotus/Renault se fijaran en él. 1985 el segundo año del gran Ayrton Senna en la F1, su número el 12 llevaba los famosos colores negro, rojo y oro de JPS (John Player Special), La anécdota: El circuito semipermanente Spa-Francorchamps (Bélgica) uno de los circuitos más fastuosos del tour mundial de la F1 era donde Ayrton se sentía más cómodo, era su favorito, allí había conseguido su segunda victoria de su carrera (su primer gran triunfo en la F1 fue en el GP de Portugal el 21 de abril de 1985, en su segunda participación en un Lotus/Renault) la hoy famosa y acertadísima telemetría estaba recién en sus inicios y era el primer año que Senna trabajaba con el hombre fuerte de los motores Renault en la F1, Bernard Dudot. El viernes tras la primera tanda de clasificación, Ayrton le pidió a Dudot hablar un momento con él, la reunión duró cerca de una hora, pero para Dudot fue la charla de toda su vida, Senna se puso a describirle detalladamente y al milímetro al Francés el comportamiento de su auto en una vuelta al circuito. Le iba indicando con lujo de detalles el trabajo de su motor en cada porción del circuito: a qué revoluciones giraba, la presión del turbo y hasta una idea de la temperatura del motor ¡...!

Una hora después cuando el equipo de técnicos, mecánicos y asistentes de Renault analizaba los resultados que había arrojado la telemetría, comprobaron que eran exactos a los descritos por Senna. Hasta ahora Dudot sostiene que ha sido el único piloto con tal perceptividad para describir el funcionamiento de un motor. Ayrton ganó el GP de Spa ese año y luego ganó otras cuatro veces en forma ininterrumpida (88, 89, 90, 91) en el 85 también hizo la pole en Mónaco y lideró durante 13 vueltas. Terminó cuarto en la clasificación general de ese año con dos victorias y 38 puntos.

1986, sigue creciendo el mito. Ese año Piquet y Mansell conducían los carros de la Williams/Honda y Prost el McLauren/Porsche, Ayrton les hacía la pelea de igual a igual, a pesar de conducir el Lotus, un auto de menor potencia. Otra anécdota: En ese tiempo la comunicación radial entre el piloto y el box (lugar donde se cambian los neumáticos y se abastece el auto) aún no funcionaban con la perfección de ahora. Por ello Senna había elaborado con sus mecánicos un código secreto de señas para indicar el tipo de neumáticos que necesitaba al entrar en boxes si el sistema de radio fallara. Los gestos utilizados eran diversos; movía las manos, se tocaba el hombro, el casco, un dedo, dos, tres, en fin. Ayrton Senna venía adelante y al pasar por su stand hizo los gestos para el cambio de neumáticos en la vuelta siguiente y el ingeniero de Lotus de esa época, Gerard Ducarouge, ordenó a los mecánicos preparar los neumáticos indicados por Ayrton, pero lo que no se había acordado mediante las seás era la manera de enmendar un error de elección, pues está vez Ayrton se había equivocado y necesitaba otros neumáticos y revertir la indicación a su box; usar la radio era imposible, pero como era puntero y era muy probable que las cámaras lo estuviesen siguiendo por la transmisión en directo, hizo repetidas veces el signo de los neumáticos que realmente requería y cuando llegó a su box su Team lo esperaba con los neumáticos correctos. Senna ganó esa carrera en Detroit dejando atrás el Ligier de Jacques Laffite y el McLaren de Alain Prost. Ese año fue tercero en Mónaco y cuarto en la clasificación general de la F1 con dos victorias y 58 puntos.

El circuito de mayor importancia en obtener una pole, si se quiere ganar, es el de Mónaco por lo difícil y casi imposible que resulta pasar. El notable Ayrton Senna fue el Rey de Mónaco en donde ganó 6 veces (87, 89, 90, 91, 92, 93). Una de las particularidades del garoto era la de ser el más rápido en las clasificaciones y consiguió 65 poles. En total partió en 87 ocasiones desde la primera fila e hizo en 13 la pole. Llegó 41 veces primero, 23 veces segundo, 16 tercero, 7 cuarto, 6 quinto, 3 sexto; obtuvo 614 puntos, totalizando 80 podios y 96 carreras en los puntos.

En 1987 fue tercero con dos victorias y 57 puntos. El año 1988 cambia de escudería, La McLaren/Honda lo contrata y ese mismo año se convierte por primera vez en Campeón Mundial de Fórmula 1, con ocho victorias y 94 puntos.

En 1989 para el GP de Mónaco la tensión entre los coequipers en McLaren, Prost - Senna, era fuerte ya que en el GP anterior de San Marino, Senna pasó a Prost en la segunda partida a pesar de haber convenido en que Prost debía de salir adelante. La última tanda clasificatoria estaba de candela, la posición de cuerda (o sea, salir primero) significaba el 60% de la victoria en este circuito.

El jueves, el brasilero había hecho 1'24,126'' y Prost el sábado en la mañana 1'23,879''. En la serie clasificatoria definitiva Senna hixo 1'23,529'' pero todavía no se sentía seguro de haberse liberado del francés, así que retornó a boxes, pidió algunos retoques en la carga aerodinámica de su McLaren y calzó su segundo juego de neumáticos, Alain Prost rasguñaba algunas décimas y se acercaba al tiempo de Ayrton que esperaba dentro de su auto, como un león enjaulado, ante la señal de Ron Dennis de que la pista estaba con poco tráfico salió el carro número uno para asegurar su pole y así gran parte de la carrera. Tras dar dos vueltas de calentamiento, Ayrton se lanzó al límite en busca de sentir la sensación de una gacela cuando corre, de sentir la adrenalina por su sangre correr y dejar que el viento acaricie su auto, aquella fue una vuelta solitaria de ensueño, Senna deja todo su arte sobre la pista. El V10 Honda gemía rails pasaba a milímetros y el tiempo pareció detenerse, tras pasar por la meta el extraordinario Ayrton había conseguido dar la vuelta en 1'22,308'' una pole posición inobjetable. El mundo se rendía a su pies.

Maldito San Marino.

El hijo mimado de la Fórmula 1, el hombre que soñó volar corriendo en un auto, el hacedor de momentos históricos del automovilismo el inigualable tricampeón mundial (89,91,92) corrió su última carrera una mañana del primero de mayo de 1994 cuando tenía 34 años y 40 días en Ímola, GP de San Marino (donde los años 88,89 y 91 había ganado). En la quinta vuelta al pasar por la trágica curva de Tamburello la barra de cirección del auto de Senna se parte y el auto se sale de la pista y choca contra el muro, la telemetría reveló que el brasilero soltó el acelerador en un 40% 0,8 segundos antes del choque y 0,6 segundos antes soltó totalmente el pie del acelerador. Venía a 310 Km/h y al momento del choque contra el muro el Williams tenía una velocidad de 210 Km/h según los expertos el choque tuvo un ángulo favorable, Ayrton hubiera salido caminando pensando en la siguiente carrera si es que ese brazo de la suspensión delantera no se hubiese estrellado como un misil contra su casco. Ayrton Senna da Silva dejó de existir en el hospital Maggiore de Boloña a las 18:40 del 1º de mayo de 1994, aunque en realidad ya había partido a otro mundo desde las 14:17.

Cómo olvidar esos GP cuando con mi hermano mirábamos emocionados y haciendo fuerza para ver ganador al "garoto de oro" y verlo flamear la bandera de Brasil. Cómo olvidar aquellos grandes triunfos como los de España 86, Canadá y Japón 88, Alemania 89, Brasil 91 y 93, Mónaco 92, Donington, Japón y Australia 93 o aquel 94 el año que le robaron su cuarto título, serán inolvidables. El tan ansiado quinto campeonato para igualar a Fangio y su paso por Ferrari serán para nunca jamás. Hoy le doy la razón a mi hermano cuando viene de visita con sus hijos y su esposa y en la Tv se corre algún GP: "La Fórmula Uno murió con Senna, jamás habrá otro Senna. Él era único". Y sí, tiene razón, ni el alemánMichael Schumacher y su Ferrari, ni el escocés David Coulthard, ni el Finlandés Mika Hakkinen y sus casi invencibles McLaren pudieron igualar al gran Senna, quizás sean más rápidos, pero en CALIDAD y TALENTO ¡JAMÁS! eso es privilegio de unos cuantos; por eso Ayrton Senna era y será O mais grande do mundo.


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Los amores impetuosos de Anaïs Nin

Anaïs Nin, frágil y pequeña de cuerpo pero grande de alma, cautivaba a todo hombre que la conocía. La más importante relación que mantuvo Anaïs fue con el maldito Henry Miller, una relación que duró toda una década, y a través de su propia pasión violenta y salvaje, ambos escribieron las mejores páginas de la literatura erótica. Ella era suave y delicada; él sórdido y violento. Ambos ardientes y sensuales. Su relación amorosa fue llevada al cine en 1990 por Phillip Kaufman, el film (Henry and June) fue considerado como extremadamente liberal y extremadamente obsceno, la hermosa y extraordinaria Uma Thurman, en una soberbia actuación, fue June, esposa de Henry (Fred Ward) quien vive unas apasionadas relaciones con Anaïs (María de Medeiros).





















Anaïs Nin



París, 21 de febrero de 1903. Nace Anaïs, la hija mayor del matrimonio formado por el compositor y pianista Joaquín Nin y la soprano danesa Rose Culmell, quienes se habían casado en Cuba. Él aunque de padres catalanes, había nacido en La Habana; Ella era hija del cónsul danés en Cuba. No fue ejemplar esta relación matrimonial. Joaquín Nin, nombre que gozó de cierto éxito en su faceta musical era un empedernido conquistador. La familia Nin Culmell vivió en La Habana, en París, Berlín, Bruselas, Arcachon. Fue en esa tranquila y veraniega población de la Gironda a orillas del Atlántico donde Joaquín abandonó el hogar conyugal. Tenía Anaïs diez años. Pocos meses después la niña comenzaba a escribir su diario íntimo, un diario en el que ya jamás dejaría de plasmar sus vivencias, sentimientos y fantasías; un diario que hoy es leído por millones de lectores ávidos de conocer y descubrir el alma de su autora.
En 1914, junto a su madre y sus dos hermanos, Thorvald y Joaquín, emigran a Estados Unidos. Comenzaba una nueva vida lejos de Europa. Rose trabaja; Anaïs estudia. Ex autodidacta. Lo lee todo, se fija en todo, lo escribe todo. En 1921 en un baile en Nueva York conoce a un joven financiero, Hugo Guiler; dos años después el 3 de marzo de 1923 se casan en La Habana, Justo al año de la boda el matrimonio se traslada a París. Hugo ha sido destinado a un puesto de cierta importancia en la sucursal parisina del National City Bank, del que llegará a ser director adjunto. Anaïs es feliz con su marido. En sus diarios escribe: "Mi vida con Hugo, un sueño del que no despierto jamás".












Hugo Guiler





En diciembre de 1931 conoce a Henry Miller. Su vida cambiará radicalmente a partir de ese momento.

Hijo de emigrantes alemanes, Henry Miller había nacido en Brooklyn, Nueva York, el 26 de diciembre de 1891. Como crece en un ambiente de escasez económica tiene que trabajar desde muy joven. Nada le satisface; le despiden una y otra vez de sus sucesivos empleos, así que en 1924 decide que jamás trabajará para terceras personas y que él será su "propio amo absoluto".
Casado en 1917 y con una hija, Bárbara, se divorcia en 1924. Ese mismo año conoce a June Mansfields, una mujer judía, de origen rumano y de turbio pasado (fue prostituta en un burdel de Broadway) y se casa con ella. Miller escribía en "Trópico de Capricornio" la primera impresión que recibió de ella "Es alta, majestuosa, esbelta, segura de sí misma". De Brooklyn se trasladan a Geenwich Village, donde Miller abre una taberna clandestina durante la ley seca. Quiebra. Marcha a Carolina del Norte y fracasa en un negocio de lencería fina. Regresan a Nueva York, como tienen que sobrevivir ella vuelve a prostituirse. En cuanto ahorran unos dólares y dado el espíritu trashumante de ambos viajan a Europa en 1928 con el propósito de recorrerla en bicicleta. A ello se dedicarán durante un año, De vuelta a Nueva York, Henry comienza a sentir añoranza del viejo continente; nada le interesa de lo que sucede en su país. En 1930 toma la decisión de marcharse a vivir a París. Está convencido de que saldrá a flote y mientras él encuentra trabajo, June le esperará en Nueva York.
En la capitaldel sena, Miller deambula por los ambientes literarios, conoce a compatriotas que le invitan a comer, que le prestan dinero. Unas veces duerme en la calle, otras en pensiones, en prostíbulos o en las casas de quienes se han compadecido de este extraño hombre dotado de gran inteligencia, agudo ingenio y gozador de todo cuanto se le ponga por delante. Escribe porque es un deseo que alienta desde muy joven, pero es un escritor sin editor. Y lo que escribe durante esa época - sus vivencias en la ciudad que le subyuga - se convertirá con el tiempo, tras varias reelaboraciones, nada menos que en "Trópico de Cáncer". Un clásico de la literatura del siglo XX. Miller es el más marginado de los marginados que inundan París de entre guerras y en esa sordidez se mueve como pez en el agua, se inspira para llenar los folios que escribe en la soledad de las habitaciones de las destartaladas pensiones en las que se aloja. Mientras, trabaja en cualquier cosa: Traductor, corrector de editoriales.
Richard Osborn, un amigo común, hizo las presentaciones en Louveciennes, la casa del matrimonio Guiler. Miller tenía 40 años, Anaïs 20. A Henry le impresionó la personalidad y el exotismo de la anfitriona, la buena mesa, las estanterías abarrotadas de libros y el ambiente que se respiraba en la casa; un ambiente totalmente contrario al que frecuentaba en París. El americano se encontró con una mujer con la que tenía mucho en común: formación autodidacta, curiosidad por todo, búsqueda de nuevos medios de expresión y el deseo de adentrarse en el yo. Pero sus mundos eran opuestos: nienestar y pobreza, suavidad y brutalidad, feminismo y machismo. Es Anaïs una mujer que trasluce también libertad por todos sus poros. Una libertad que la lleva a ser infiel a Hugo en más de una ocasión. Ya casada, ha mantenido relaciones con otros hombres, entre ellos: John Erskine, pianista y novelista. Lo que a Anaïs le fascina de Miller es la cultura, la ironía y sobre todo, la libertad con la que se expresa y se comporta. Sabe por Osborn que Henry vive al día y que cuando tiene dinero lo gasta en vino y mujeres.
Miller y Nin hablan de lo que escriben, intercambian opiniones. Se ven a menudo. El escritor intenta conquistar a esa mujer, pequeña, frágil, delicada, que nada se asemeja a las rameras que busca cada noche por los antros parisinos. Pero llega June a París. Henry y ella son invitados a Louveciennes. Es el 30 de diciembre de 1931. El encuentro los escribió la propia Anaïs: "Vi por primera vez a la mujer más hermosa de la tierra... su belleza me embargó. Mientras permanecía sentada frente a ella, me di cuenta que sería capaz de hacer cualquier locura por aquella mujer, lo que me pidiera. Henry se desvaneció. Ella era el color, la brillantez. lo extraño".
Anaïs recordaría cómo al final de la jornada estaba ya enamorada del rostro y del cuerpo de June. Soñó con ella mientras que Hugo, su marido, acariciaba su cuerpo. Poco después escribiría: "He deseado poseerla como si un hombre fuera, pero he querido también que me amara con los ojos, con las manos, con los sentidos que sólo poseen las mujeres. Es una penetración suave y sutil". June también queda cautivada por la personalidad de Anaïs. A partir de entonces no se separan. Tratan de verse a diario. Anaïs duda sobre su propia condición. Acepta la opinión de su primo Eduardo Sánchez (Otro que la ama profundamente) cuando le dice que no es lesbiana porque no odia a los hombres. Tampoco June es lesbiana, simplemente es una liberal, una intelectual en materia de amor. Pero Anaïs quiere sentir qué es amar y ser amada por una mujer, acaban besándose, recorriendo sus cuerpos con las manos, entregándose mutuamente. A continuación el mismo día Anaïs hace el amor con su marido con más pasión que nunca. ¡Qué curiosas son las relaciones entre Anaïs y June! "He descubierto el placer de gobernar mi vida como un hombre haciendo la corte a June", dirá Anaïs, sin embargo la escritora reconocerá también que "No hay vida en el amor entre mujeres". ¡Qué extraño mundo se ha formado en su mente! Y cuán extrañas también resultan las relaciones entre June y Henry. Son marido y mujer y entre ellos existe un mutuo afán de destrucción. Henry desea una libertad que con June a su lado no existe y tiene celos del vínculo formado entre su mujer y Anaïs, porque a quien ama es a ésta última.



















June Mansfield




June regresa a Nueva York y la tarde del 8 de marzo de 1932 en el Hotel Central de la rue Maine, sucedió lo que era irremediable: Henry y Anaïs comenzaron a vivir su intenso amor. "De pronto - escribiría ella - se inclina hacia mí y me sume en un beso interminable, Yo no quiero que el beso termine... cuando me abraza mi cuerpo se derrite, La ternura de sus manos, la inesperada penetración, hasta lo más hondo de mi ser, pero sin violencia. Qué extraño y suave poder. Yo me sentía pequeña en su cama, desnuda...". A partir de aquella tarde, el frenesí, Se ven casi a diario en París o en Louveciennes, cuando Hugo está de viaje, cosa que sucede con frecuencia. La pasión sexual que sienten se entrecruza con la intelectual. Miller escribe a Anaïs: "Me haces dichosísimo abrazándome indiviso, dejándome ser el artista sin renunciar al hombre, al animal. Al amante hambriento e insaciable. Ninguna mujer me ha concedido todos los privilegios que necesito..."
Anaïs comparte su amor por Henry con el que siente por Hugo, su marido. Los compara en todos los terrenos. Henry es la brutalidad, el ardor. Hugo, el control, el amor reposado y tierno. Uno le da paz el otro tormento y pasión. Por lo mismo, Henry Miller sigue frecuentando los prostíbulos y hasta le pide dinero a Anaïs para pagar esas satisfacciones sexuales que necesita imperiosa e irreprimiblemente. Tanta mezcla de sentimientos acaban por llevar a Anaïs al psicoanalista, al doctor Allenby, que también caerá en sus brazos. Todos los hombres, incluso los homosexuales como su primo Eduardo sienten una pasión irrefrenable por una mujer que físicamente es muy frágil pero que cautiva en cuanto desnuda su alma. Miller quiere casarse con Anaïs. Se lo pide. Esta no está dispuesta; intuye que su pasión por Henry está condenada al fracaso, a la ruptura. Es algo que aún no vislumbra pero que, está segura, sucederá. Pasan los meses. Anaïs queda embarazada de Henry. Hugo lo sabe y sigue amándola. da la impresión de que conoce tan bien a su mujer que acepta el doble juego del amor en la seguridad de que, finalmente, ella será suya para siempre.
En setiembre de 1934 nació muerta la niña que se había gestado en su vientre y aunque ama con ciega pasión a Henry empieza a notar que el fuego ya no es el mismo. Se ha enamorado también de Antonin Artaud, autor surrealista. Sin embargo, Miller y Nin mantendrán su relación amorosa hasta que Francia declare la guerra a Alemania en setiembre de 1939. Henry se irá a Grecia, a Cofú; Anaïs, con su marido cruzará España y llegará a Lisboa. De allí a las Azores y después a los Estados Unidos, pero no adelantemos acontecimientos.
Continúan en París, Estamois en septiembre de 1934. Henry sigue pobre y es Anaïs quien adelanta 5.000 francos para que una editorial publique "Trópico de Cáncer". Llega el éxito. La critica descubre a Miller. Gente de la talla de T.S. Elliot, Pound, Marcel Duchamp, se vuelcan en elogios. Se enteran de que entre ellos, vagabundeando por las calles de París hay un genio de la literatura. A partir de entonces, al tiempo que se hace famoso, deja de ser indigente. Y es ella la que no encuentra editor para su primera novela.
En el afán de aclarar su mente y sus sentimientos, Anaïs visita a Otto Rank, un ilustre psicoanalista, antígüo discípulo de Freud. Rank opina que ella debe vivir sola, lejos de su marido, en París, Anaïs asiente. Es tan intenso el contacto que se establece entre ellos que la escritora entrega no sólo el alma, sino también el cuerpo al psicoanalista. Para ella ahora no hay más hombre que Otto: Ni Hugo, su comprensivo marido, ni Miller, ni su primo Eduardo, ni Allenby, ni su padre (con quien mantiene una relación incestuosa) ni siquiera June, a la que sigue amando en la distancia, Su pasión está en Rank y como él ha decidido trasladar su consulta a Nueva York, Anaïs se irá tras él en noviembre de 1934, La aventura durará cinco meses, el tiempo justo para cansarse del mundo en que se ha introducido. Pero Henry que ya se ha divorciado de June, también está en Nueva York. Se ven a menudo, hacen el amor, aunque ya no es lo mismo. Harta del psicoanálisis y apagada la antigua pasión por Henry, Anaïs regresa a Francia, donde la espera su marido.
En Hugo vuelve a encontrar el reposo, el sosiego, el amor limpio que no halla junto a otros hombres. Hugo vuelve a perdonar. Reconoce que Anaïs es su oxígeno, que sin ella moriría. Louveciennes ya no tiene sentido para Anaïs. La casa y el jardín están llenos de recuerdos, de sensaciones que trata de superar e incluso olvidar. Se trasladan a París, nuevamente en la capital francesa dará rienda suelta a otras pasiones sentimentales, como la que vive junto al peruano, bohemio y fanático republicano Gonzalo More durante unos meses. Henry Miller está de nuevo en París. Corre septiembre de 1937. Comienzan nuevas tertulias literarias en la casa barco de Anaïs la "Belle Aurore", a la que se suma un joven y todavía desconocido escritor que le presenta Miller, Lawrence Durrell.
Los acontecimientos se precipitan, Europa se prepara para la gran hecatombre y quien puede huye de Francia. Miller se marcha a Grecia, a Cofú, invitado en casa de los Durrell. Antes de partir pide a Anaïs que le acompañe y ella aún le dice que jamás abandonará a Hugo. Ella y su marido también dejan París definitivamente. Atrás quedan quince años claves para sus vidas.
Estamos en 1940, el matrimonio se instala definitivamente en Nueva York, allí, Anaïs vuelve a encontrarse con Gonzalo More y se reanuda su pasión, pero a la par también reanuda la relación con viejos amigos que conoció en París, entre ellos, otra vez, Henry Miller. En 1942 Henry decide cambiar de aires y se traslada a California. Anaïs seguirá en Nueva York. Es el fin de su extraña relación; de los impetuosos amores que han mantenido durante una década. Todavía se verán en alguna ocasión, pero tan sólo como amigos, no como amantes. Miller volverá a casarse, esta vez con Lepska una polaca con la que tendrá una hija. Anaïs conocerá nuevos amores, Gore Vodal, Rupert Pole... y seguirá con Hugo, quien abandonará su trabajo en la banca y se dedicará al cine experimental y underground como director, bajo el seudónimo de Ian Hugo.























Henry Miller




Hasta su muerte Anaïs desplegó una fuerte actividad literaria y vivió una gran pasión amorosa ¡de treinta años de duración! con Rupert Pole, un hombre mucho menor que ella, atractivo, diplomado en Harvard, culto y brillante. En los años sesenta la salud de Anaïs comienza a deteriorarse. Tiene menos fuerza, pierde vitalidad. En 1966 es intervenida quirúrgicamente de un tumor de ovarios. Se recupera y retoma su actividad literaria e intelectual, pero en la navidad de 1969 vuelve a tener una recaída grave. Le descubren un tumor. Edta vez es cáncer. Lo combaten con quimioterapia y tras una leve recuperación, su salud vuelve a entrar en un lento pero irremediable declinar. Anaïs es consciente de la proximidad de su muerte y ésta llegará en Los ángeles, el 14 de enero de 1977, cuando estaba a punto de cumplir 74 años.


INCESTO SECRETO.

En 1992, quince años después de la muerte de la escritora, salió a la luz la versión íntegra del primer diario, Incesto. En él, Anaïs relata las relaciones amorosas que mantuvieron ella y su padre, Joaquín Nin, cuando volvieron a reencontrarse en 1933. Habían pasado 19 años desde que el músico abandonara a su familia. El tenía 54 años, Anaïs, casi 30 y por esta época estaba enamorada de Miller, se sentía atraida por June, la mujer de éste y mantenía relaciones esporádicas con su psicoanalista René Allendy y el escritor Antonin Artaud. Desde el principio, al ver a su padre Anaïs comprende que la fusión con el pasado no puede ser completa si no es carnal. Padre e hija mantendrán sus frenéticos y apasionados encuentros durante unos meses, desde mediados de 1933 hasta 1934. Será ella, debido a sus sentimientos contradictorios de amor - odio hacia un padre que la abandonó con sólo 10 años quien decide cortar la relación incestuosa.
















Joaquín Nin








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